Fue seducida por el espíritu de Dios cuando iba hacia la playa de Nazaret (Valencia, España) y descubrió a la orilla del camino grupos de mujeres jóvenes que caminaban rápidas expuestas a mil peligros. Esas jóvenes le mostraron el rostro de Dios que le tendía la mano para que saliese a su encuentro, para que fuese en su ayuda.
Juana María Condesa Lluch con tan sólo 22 años abre las puertas de su casa y de su corazón a numerosas jovenes que se desplazan cada día a Valencia a trabajar en fábricas de seda, tabaco, abanicos....
Apoyada por algunas amigas, abre a finales del siglo XIX, un hogar donde encontrar techo, un plato de comida y un retazo de amor.
Yo y todo lo mío para las obreras será el lema que oreinte toda su existencia a favor de los más débiles.
Nacen en Valencia las Religiosas Esclavas de María Inmaculada, al servicio del mundo obrero. Nacen del corazón de una joven de espíritu decidido y firme voluntad, de una joven que ha descubierto en Dios la razón de su vida y a El quiere entregarle todo cuanto es y cuanto tiene. Nacen en el seno de la iglesia; su principal preocupación, además de ofrecer un hogar a quien lo necesita, es acercar a esas jovenes a Dios, descubrirles la grandeza del amor de Dios tiene por cada una de sus criaturas, especialmente por ellas las pequeñas, sencillas y humildes....
Como guía y compañera de camino la Virgen Inmaculada, la Mujer del Sí a Dios, la Mujer que sale de sí misma y acoge en su corazón el proyecto de Dios. Juana María, al igual que María, pronuncia su Sí valiente a pesar de las dificultades y no duda en decir a quienes le rodean: "Haced lo que El os diga"